Los puntos suspensivos y el método Stanislavski

Hay muchos escritores, sobre todo noveles, que abusan de los puntos suspensivos pensando que crean tensión, que dejan una frase en suspense, colgando de un hilo. Y lo hacen por este motivo sobre todo en los diálogos. ¿Qué pasa cuando esto lo ve un editor/a? Simplemente que se echa para atrás, pues es un síntoma de falta de estilo y de que el escritor/a aún está muy verde; y ya no sigue leyendo el manuscrito. 

Algunos dirán que esto no tiene sentido, que no es verdad; que los puntos suspensivos sirven para algo y hay que usarlos. Pero no es así. Los puntos suspensivos son un método torpe y artificial que denota falta de estilo, ¿por qué? Pues, para ilustrar la respuesta citaré a Konstantín Stanislavski, actor y formador de actores que creó el método interpretativo de “Stanislavski”. ¿Y en qué consiste este método? Pues en repetir una misma frase pero de distintas formas, para crear múltiples emociones y distintos mensajes. Por ejemplo, los actores debían repetir la frase “Esta tarde iré a tu casa a las cinco” de muchas maneras: llorando, irritados, riendo, seduciendo, amenazando, cantando, etc. Con esto, el alumno/actor tenía que saber expresar, con el tono, las pausas, las inflexiones en la voz, etc; muchos mensajes diferentes con la misma frase. 

Ahora bien, en la escritura las palabras no llevan timbre, ni tono, ni pausas artificiales ni volumen, ni ningún otro tipo de inflexión. Todos estos elementos forman parte de la oralidad, no de la escritura. Entonces, ¿cómo se pueden expresar estas cosas en la escritura? Pues muchos escritores noveles, cómo decía al inicio, intentan resaltar o dar relieve a determinadas partes de sus textos utilizando los puntos suspensivos (suspense, tensión, misterio), muchos signos de admiración, las mayúsculas, e incluso la letra negrita o cambios de cuerpo y tipo de letra. Estos son recursos falsos, torpes y que jamás consiguen el objetivo. Por eso, en contra de usar puntos suspensivos para denotar una pausa, una inflexión, intriga, misterio, etc; se deben utilizar matizaciones que tiene la propia lengua (adverbios, adjetivos, oraciones compuestas, el uso adecuado del vocabulario, metáforas y otras figuras retóricas, etc). Y esto lo explica muy bien el libro “Los ejercicios de estilo” de Raymont Queneau, en el que te propone un gran ejercicio: contar la misma historia de noventa y nueve maneras diferentes. Un ejercicio “obligatorio” para todo escritor/a.

En definitiva, que los puntos suspensivos, entre otros recursos artificiosos; son una herramienta que no consigue lo que pretende y que denota falta de estilo. Por eso, ¡evitadlos siempre que podáis! 

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